Es un sistema de descripción psicologógica, muy preciso y robusto, fácil de entender y, a la vez muy matizado, que nos habla de 9 maneras de ver el mundo: nueve maneras de pensar, sentir y actuar.
El símbolo está compuesto por un círculo, un triángulo y una hexada (un gráfico con seis lados), que superpuestos conforman una forma en la que las líneas interiores tocan el círculo en nueve lugares y de ahí su nombre: en griego, "Enea" quiere decir nueve y "gramma", se refiere a un dibujo o una imagen.
Cada uno de los puntos alrededor del círculo corresponde a un tipo de personalidad, en el sistema del Eneagrama. El concepto fundamental es el siguiente: aunque todos tenemos influencias de muchos tipos, uno de ellos es el que más utilizamos a la hora de relacionarnos con el mundo. Es el que podríamos identificar como nuestra personalidad habitual. Pero, no acudimos a este comportamiento de manera consciente, sino automática; y todos acabamos por creer que cómo vemos el mundo, cómo lo interpretamos, es como el mundo es en realidad. También creemos que cómo nos comportamos es cómo somos: estamos identificados con nuestra personalidad, aunque las motivaciones que mueven la personalidad, incluida la nuestra propia, nos sean desconocidas en gran medida. Todo esto tiene, como efecto, que mi interpretación de cualquier situación es muy limitada y, además, tengo una fuerte tendencia a defender esa interpretación como si estuviese defendiendo algo vital para mí.
En concreto, el Eneagrama nos enseña dos cosas:
Primero, que de las diferentes maneras que hay de interpretar el mundo, una de ellas nos tiene más "enganchado" y es a la que recurrimos de manera constante. Si existen 9 maneras en general de interpretar la vida, y nos quedamos con una automáticamente, esto quiere decir que estamos actuando, pensando y sintiendo de manera muy limitada. Específicamente, que estamos viendo el mundo de manera limitada y parcial. Esto implica que nuestra percepción de las situaciones, nuestras soluciones, nuestra manera de relacionarnos son todas muy parciales y cerradas a una gran parte de lo que en realidad existe.
Lo segundo que nos enseña el Eneagrama es el camino de salida. Es una suerte de mapa de la personalidad, que incluy el camino para abandonar el cajón en el que nos hemos metido a nosotros mismos. No se limita a decirnos cuáles son nuestras compulsiones y reacciones automáticas, y qué las motiva, sino que nos dice, específicamente, cómo salir de ellas.